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Cuento. Silvia González

Un buen encuentro


Hoy la vi en el supermercado, es tu mujer todavía, la que dormía contigo mientras yo te dibujaba con mis ganas. No podía conciliar el sueño, volaba y me acomodaba entre tú y ella, entre sus cuerpos tibios y su respiración caliente, intentando separarlos, revolcándome de celos, chillando como animal herido. Hoy la vi en el supermercado, diez años después de aquella locura que me nubló la mente, de aquella pasión que me consumió, sin consumarse. La vi de espaldas, escogiendo fruta fresca y sonreí con ironía, jamás sabrá que la desconocida que la miraba con asombro haya poblado los sueños de su marido, porque el único recuerdo que he dejado intacto es la tarde de tu confesión y mi correcto rechazo Por eso sé que nunca supo cuántas noches su cuerpo hizo las veces del mío. En eso estaba cuando me sorprendí pagando en la caja, saqué mi billetera y ya no pude verla, tampoco pude encontrar en mi corazón ese gran amor que te tuve, ese desenfreno ¿A dónde se fue el amor? ¿A dónde el deseo? ¿Quién me pagará por mis noches de animal herido? Por un momento quise volver a verte, pero tuve miedo de no hallar al que amé, a quien coloqué en un nicho que se cayó a girones de desesperanza.

Adiós, le dije al verla saliendo, viví en tu cama y amé a tú hombre sin que te dieras cuenta.

Un último adiós también a ti. Pero esta vez me despido sin dolor y sin rencores, asumiendo que formaste parte de mis sueños de amor, que se borraron a punta de tanta inútil pena. Hoy… tuve un buen encuentro en el supermercado.

Silvia González Delgado

Publicado en la revista anual Caleidoscopio, fémina Sapiens en marzo 2009, Chih


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